Durante el primer trimestre de 2025, los precios del crudo mostraron una tendencia descendente marcada. El valor promedio de la Cesta de Referencia de la OPEC (ORB) se ubicó en $74.00 por barril en marzo, registrando una baja mensual de 3.7%. Esta caída reflejó la presión sobre el mercado global por nuevas tensiones comerciales, especialmente tras la imposición de aranceles por parte de EE. UU., lo que generó incertidumbre entre los inversionistas y provocó ventas masivas en el mercado de futuros​.

A pesar de estas fluctuaciones, el mercado mantuvo señales de fortaleza estructural. Los diferenciales de precios entre crudos dulces y agrios se ampliaron, y los contratos futuros mostraron un repunte hacia finales de marzo impulsado por tensiones geopolíticas en Medio Oriente. El optimismo sobre el balance entre oferta y demanda persistió, apoyado por el repunte de posiciones largas por parte de gestores de fondos, lo que sugiere confianza en una estabilización progresiva de los precios en el mediano plazo​.

Venezuela, miembro fundador de la OPEC, ha tenido un desempeño destacado en medio de este escenario complejo. Según datos recientes, la producción de crudo Merey promedió $61.10 por barril en marzo, una de las referencias más sensibles a las condiciones del mercado. Si bien se trata de un descenso de 5.9% respecto a febrero, el país ha logrado mantener sus niveles de producción y exportación, lo que le permite conservar su influencia como proveedor estratégico en América Latina y Asia​.

El informe también subraya que la demanda global de crudo para 2025 se revisó levemente a la baja, situándose en un crecimiento de 1.3 millones de barriles por día. Aun así, los países fuera de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos), como China, India y Venezuela, seguirán siendo claves en el impulso de esta demanda. En este contexto, el rol de Venezuela como proveedor alternativo gana relevancia, sobre todo frente a las sanciones a otros exportadores y la transición energética que presiona la oferta tradicional de petróleo​.

En conclusión, Venezuela se encuentra en una coyuntura estratégica que podría fortalecer su participación en el mercado energético global. La estabilidad de su producción, combinada con el reposicionamiento de su petróleo en nuevos mercados, representa una oportunidad clave en un entorno de alta volatilidad. El desafío inmediato será mantener la consistencia operativa y adaptarse a un escenario internacional cada vez más competitivo y regulado​.